lunes, 22 de abril de 2013

Sobre Pablo el enterrador por Adolfo Calvo

Sobre Pablo el enterrador por Adolfo Calvo

La de los 'Pablos' fue una experiencia que tras haber alimentado por años las mayores expectativas locales de nuestra generación alcanzó a concretar sólo en parte sus ambiciosos (y por todos acariciados) proyectos, dejando en el aire una extraña sensación (percibida con cada mutación de integrantes y acentuada tras la penosa desaparición de su último referente histórico) de cosa trunca. Una eclosión artística puesta en marcha y en cierto modo frustrada; desde aquel estilo Genesis vernáculo de sus comienzos hasta sus posteriores avanzadas coreográficas, orquestales y dramatúrgicas, lamentablemente nunca plasmadas sobre el escenario. Los discos editados, escasamente reflejan aquel prometedor laboratorio iniciático hoy extinguido y del que apenas quedan algunos registros amateurs.
Con respecto a Koky, siempre lo he visto como un personaje raro, cuanto menos. enigmático, pero querible. Podría arriesgar (con la ternura del caso) conflictuado, sensible y sumamente creativo, autor de muchas letras y alma mater del grupo hasta su alejamiento, a fines de los 70. Estudió música, tocó y ejerce hasta hoy la docencia; con él desarrollé una amistad cimentada en aquellos años y sostenida en el tiempo con altibajos. A fines de los '80 lo convoqué como columnista de historia del rock nacional en un programa que tuve en una FM local, luego fue paulatinamente aislándose de todo hasta devenir prácticamente en un ermitaño (acaso un renegado). No obstante, contra lo que su perfil daba a suponer, incursionó a su tiempo en el casorio (luego en el divorcio, claro) y hoy comparte sus días con un hijo adolescente.
A comienzos de la década del '80 desarrollé, junto a un par de socios, un emblemático emprendimiento que dí en llamar "Café de las Artes", particularísimo antro que marcó un hito en la historia subterránea de la época (otoño del Proceso) como casi único canal de expresión habilitado aún a riesgo de represalias anunciadas. Por allí, desfilaron previo a su ascenso al estrellato, los integrantes de la singular 'Trova Rosarina'. Precisamente, la noche del 21 de julio de 1981, tuvo lugar el aludido recital del tándem Baglietto-Garré-Goldín-Páez al que subió invitado Koky para tocar el violín en un tema ("Era en abril"). De esa mágica noche conservo una grabación tomada directamente de la consola, que arranca con Fito haciendo, él solo en el teclado, dos temas nunca llevados al disco. Todo concluyó cuando, a la madrugada, cayó la policía y se llevó al Zapo Aguilera por “raro”.
En fin, por fuera de esta muy resumida historia quedan los mejores recuerdos, amistades de por vida, innumerables anécdotas, objetos diversos y un puñado de registros caseros cada vez más valiosos, casi un tesoro. Sería bueno poder intercambiar y, especialmente, mantener viva entre todos la mística de aquella era de luz.



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